SEPTIEMBRE MES DE LA BIBLIA

 

APRENDIENDO LA BIBLIA


¿QUIÉN ESCRIBIÓ LA BIBLIA?
La Sagrada Biblia fue escrita por muchos autores, la mayoría de ellos de origen hebreo, pertenecientes al pueblo de Israel, pero todos ellos inspirados por Dios, que es el “autor principal” de la Sagrada Biblia.

Al abrir las páginas de la Biblia, concretamente el Antiguo Testamento, nos encontraremos con libros y páginas de sabios, de poetas, de historiadores, de profetas. Podemos destacar a Moisés, artífice e inspirador, aunque no redactor, de la legislación judaica, que supo organizar y conducir el pueblo; los profetas como Isaías, Jeremías y Ezequiel, por nombrar algunos de los personajes que mantuvieron la fe de su pueblo en medio de las dificultades y rebeldías.

En el Nuevo Testamento encontramos los cuatro Evangelios que se atribuyen a San Mateo, San Marcos,
San Lucas y San Juan; como también las cartas de los apóstoles Pablo, Pedro, Juan, Santiago y Judas. Todos ellos fueron muy cercanos a Jesús, nuestro Señor, o a sus más íntimos colaboradores.


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¿CUÁNTO TIEMPO SE TARDÓ EN ESCRIBIR TODOS LOS LIBROS?


Se tardó más de mil años en redactar los 73 libros de la Sagrada Escritura tal como hoy los encontramos.

Recordemos, además, que la mayoría de los libros no fueron redactados tal como hoy se encuentran, sino que fueron precedidos por escritos anteriores, los cuales son denominados “fuentes”. De estas fuentes originales fueron bebiendo autores posteriores, hasta dar la forma actual de los libros.

No todos siguieron un idéntico proceso. Los profetas, seguramente, escribieron de su puño y letra muchas de las profecías sin necesidad de beber en escritos anteriores, pues estaban abiertos a la inspiración divina y al soplo del Espíritu Santo. Ellos hablaban al Pueblo, elegido por Dios, que muchas veces se apartaba del buen camino para enderezarlo con sus palabras.

Quizás las fuentes más antiguas aparezcan en el libro del Génesis, donde se relatan los orígenes mismos de la humanidad. A juicio de la crítica actual, las más arcaicas se remontarían al tiempo del rey Salomón, casi un milenio antes de la era cristiana. Y a partir de aquel momento el pueblo puso especial empeño en conservar por escrito los grandes eventos del pasado, así como lo más notorio del presente.



Unos dos siglos después hicieron su aparición los profetas, quienes redactaron unas obras personales donde se buscaba la mejor forma de armonizar la religión con la vida. Y es que en los libros sagrados no solo se recogen doctrinas, sino también vivencias. De hecho los libros van surgiendo a medida que el pueblo va viviendo.

Respecto de los libros del Nuevo Testamento también sabemos que surgieron después de la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. Los Evangelios, en particular, no se escribieron inmediatamente después de los hechos narrados, sino que pasados bastantes años fueron redactados y transmitidos por los testigos presenciales o por sus colaboradores.

Por ejemplo, Marcos recoge las catequesis del apóstol San pedro, que murió en el año 64 después de Cristo. Se piensa, sin una certeza absoluta, que el Evangelio de Marcos pudo ser escrito en torno al año 65 de nuestra era, como para dejar constancia al pueblo cristiano de los recuerdos y vivencias del gran apóstol Pedro, que estuvo tan cerca de Jesús de Nazaret.


Respecto de las Cartas de los Apóstoles, estas fueron escritas de acuerdo a las necesidades, los requerimientos y las preguntas de cada una de las comunidades; también para afirmar y mantener la fe de los primeros cristianos, que se veía amenazada por falsas doctrinas.

Podemos afirmar que la redacción de los libros del Antiguo Testamento llevo más de mil años. Y más de un siglo los libros del Nuevo Testamento.

Entonces comprendemos las dificultades que se nos presentan la leer algunos textos de esos libros de la Sagrada Biblia, que fueron redactados y recopilados en tiempos tan diversos y tan remotos.


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¿CÓMO SE ESCRIBIERON LOS LIBROS DE LA SAGRADA BIBLIA?


Fue largo y complejo el proceso de redacción y puesta por escrito de los 73 libros que forman toda la Biblia.

Si abrimos los libros históricos, por ejemplo, el Primer Libro de Samuel, distinguimos, perfectamente diferenciados, tres momentos:

En primer lugar la realización de los hechos en sí misma. Tomemos como hecho típico el combate entre el joven David y el gigante Goliat (1Sam 17, 4-52). Un hecho histórico que se grabó en la memoria de todos los testigos oculares y contemporáneos de aquel tiempo.




Un segundo momento lo constituye la “tradición oral”. Los padres se lo contaron a sus hijos con todo lujo de detalles, como el símbolo del poder de Dios, encarnado en David, contra el poder del mal, encarnado en Goliat. Podemos suponer que se le fueron añadiendo postizos y aditamentos para embellecer la gesta histórica, a medida que iba pasando de padre a hijos y de abuelos a nietos

El tercer momento es el definitivo. El autor sagrado recoge las distintas versiones del mismo hecho y bajo la inspiración divina le va dando forma y nos lo relata como un verdadero acontecimiento histórico. Dicho acontecimiento deja una huella en la memoria de cada persona y del grupo, y además perdura en la historia, porque se ha descubierto su auténtico sentido.

Con este mismo criterio se fueron redactando los diversos libros del Antiguo Testamento, con los distintos géneros literarios que estudiaremos más adelante.
Otro libro que presenta con toda claridad los tres momentos expuestos, es el Evangelio de San Lucas. Leemos en el prólogo de su libro: “Varias personas ha tratado de narrar las cosas que pasaron entre nosotros a partir de los datos que nos entregaron aquellos que vieron y fueron testigos desde el principio y que, se han hecho servidores de la Palabra” (Luc 1,1)
¡Que iluminador es este texto! Lucas era de procedencia pagana, nacido en Antioquia de Siria, que muy pronto paso a formar parte del grupo llamado cristiano, aunque no sabemos la fecha con exactitud. Tanto se enamoró de la persona y de la doctrina de Jesús de Nazaret, que no se conformó con seguirlo únicamente, sino que deseo redactar los hechos y dichos de su Maestro.
Lucas, como escritor cultivado, el primer paso que dio fue el de reunir todas las “fuentes” posibles sobre los hechos y enseñanzas de su Maestro y Señor Jesús de Nazaret. Sin dudas se valió de las predicaciones del apóstol San pablo, así como también de los escritos anteriores que estaban divulgados entre los primeros discípulos, los que “fueron testigos desde el principio” y entre la comunidad cristiana. Fuentes similares utilizaron sus predecesores Marcos y Mateo.




Con todo ese material y siempre bajo la inspiración divina fue componiendo las páginas de su evangelio, de acuerdo a su elegante estilo y cuidadosa formación, como médico, teniendo en cuenta la veracidad de los hechos y de los dichos de Jesús y la finalidad de su escrito, que era primordialmente la universalidad de la Buena Noticia.






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