II. Por nosotros ha trabajado Jesús durante toda su vida. Seamos agradecidos para con un amigo tan generoso; que nuestro amor no piense sino en Jesús, que nuestros actos sean todos para Él, que nuestra lengua en todo momento pronuncie su Nombre adorable. Amemos a nuestros parientes y a nuestros amigos porque Jesús lo quiere; hagamos bien a nuestros enemigos por amor a Él. Veamos a Jesucristo en la persona de nuestro prójimo, y el amor se nos hará fácil.
III. Para coronar la ofrenda que de ti mismo y de tus acciones le has hecho a Jesús, es preciso que las realices como Jesús las hubiera hecho. Al comenzar el día llénate de este pensamiento: Quiero ser amigo de Jesús, quiero parecerme a Él. ¿Cómo oraba a su Padre celestial? ¿Cómo conversaba con los hombres? Con frecuencia pregúntate: ¿hubiera hecho esto Jesús como yo lo hago? No te separes de Jesús, que Él sea tu compañero, tu convidado, aun más, que Cristo sea tus delicias (San Pedro Damián).
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